Las organizaciones, en la búsqueda de una mayor colaboración entre compañeros de trabajo están optando por oficinas “abiertas” y “compartidas” en lugar de las tradicionales, apostando por una arquitectura sin paredes, puertas ni otros límites espaciales.
Los espacios modernos de trabajo compartido o cowoking se basan en la premisa de que si la gente se encuentra en un espacio abierto interactúa y coopera más.
Sin embargo, esta suposición estaría lejos de la realidad.
Un estudio realizado por la Universidad de Harvard en 2018, a cargo de los investigadores Ethan Bernstein y Stephen Turban, analizó a dos multinacionales de la lista Fortune 500 que estaban en el proceso de cambio de oficinas cerradas a abiertas. El estudio halló que, contrariamente a la creencia de que los espacios abiertos aumentan la comunicación, se mostró que, el volumen de la interacción cara a cara disminuyó aproximadamente en 70% con un aumento asociado de interacción electrónica.
Los investigadores equiparon a los trabajadores (de funciones tan variadas como ventas, tecnología, finanzas y recursos humanos) con dispositivos de rastreo de alta tecnología, llamados sociómetros, por 15 días antes y 15 días después de que se trasladaran desde las oficinas con paredes a la nueva arquitectura.
En las oficinas privadas los empleados pasaron un promedio de 5.8 horas diarias interactuando cara a cara; en la oficina abierta, el período se redujo a 1.7 horas. Al mismo tiempo, terminaron enviando 56% más correos electrónicos y 67% más mensajes instantáneos, que también terminaron siendo un 75% más largos.
Una investigación posterior sugiere que las oficinas abiertas pueden reducir ciertas condiciones propicias para la colaboración y la inteligencia colectiva.
Las oficinas abiertas, explican Bernstein y Turban, tienden a ser «sobreestimulantes»: Demasiadas distracciones, demasiada información, demasiadas personas caminando o simplemente mirando sus monitores, todo eso «parece tener el resultado perverso de reducir la interacción productiva».
Una posible explicación es que colocar a las personas en una enorme pecera en la que el espacio personal desaparece, hace que las personas se retraigan en lugar de que se vuelvan más gregarias.
Otra explicación es que la cooperación real necesita que exista cierto grado de confianza y empatía entre los individuos, y la única forma de construirla es a través de interacciones humanas. Sin embargo, en oficinas abiertas la privacidad desaparece por completo, volviendo casi imposibles las interacciones auténticas y sin censura entre colegas.
Pero sin importar lo que suceda psicológicamente, los cambios en la mezcla de comunicaciones pueden dañar el negocio. Bernstein y Turban señalaron que los ejecutivos de la primera empresa les informaron que «la productividad, tal como se define por las métricas utilizadas por su sistema de gestión del rendimiento interno, había disminuido después de la eliminación de los límitres espaciales».
Lo más acertado, como siempre en los negocios, es analizar detenidamente las ventajas y desventajas de cada cambio que planteamos en nuestras empresas, sin dejarnos llevar por las modas.