Cada día, al llegar a la oficina y con el primer café de la mañana, comenzamos una batalla que se extiende hasta el último minuto de la jornada y que tiene un claro propósito: cumplir con la mayor cantidad de tareas antes que el reloj marque la hora de salida. No importa a lo que nos dediquemos, estamos en una lucha constante con un claro objetivo: la productividad.
La mayoría de nosotros lo resuelve pasando 8, 9 e incluso 10 horas al día frente a la computadora, a veces incluso sin tomarnos una pausa para el almuerzo. Sin embargo, y tal como lo demuestra un estudio de la organización letona Draugiem Group cuyos resultados publica esta semana BBC Mundo, lo hemos estado haciendo mal.
La productividad se favorece con las pausas
El estudio explica que seguir jornadas maratónicas no tiene ningún impacto positivo en nuestra productividad. Al contrario, puede incidir negativamente en nuestra velocidad de respuesta e incluso en la toma de decisiones. En su lugar, una jornada que incluye pausas programadas y una planificación estructurada en cuanto al desarrollo de las tareas es la receta idónea.
El estudio propone seguir la regla del 52-17, que básicamente significa trabajar con máxima dedicación 52 minutos y descansar 17. Esta propuesta se respalda en razones cognitivas y fisológicas. Por un lado, el cerebro humano no está preparado para estar concentrado en la misma tarea por ocho horas seguidas. Por otro, no es bueno para el cuerpo estar ocho horas sentado en una silla.
Minutos de tomate
Otra dinámica de trabajo centrada en tiempo de concentración/tiempo de descanso es la técnica del tomate. Propuesta por el consultor italiano, Francesco Cirillo, consiste en la idea de trabajar 25 minutos y descansar cinco. Lleva ese curioso nombre, porque al momento de proponerla utilizaba un reloj de cocina con forma de tomate.
A pesar de sus detractores, quienes argumentan la imposibilidad de aplicarlo a distintas profesiones donde tomar una pausa no es opción, esta técnica tiene claros beneficios. Desde un punto de vista médico, el horario flexible ha mostrado un impacto positivo en la vista, la espalda, la circulación sanguínea y los niveles de estrés.
En cualquier caso, lo más importante es que sea 52/17, 25/5 o una nueva distribuición del tiempo, cada uno de nosotros evalúe si dinámica de trabajo y encuentre el adecuado equilibrio entre períodos de concentración absoluta en la tarea y pausas que tanto física como mentalmente nos ayudarán a ser cada día más productivos.